Hace algunos meses
atrás leía una columna del Premio Nacional de Literatura, Óscar Hanh, en la cual
afirmaba que el tema predominante en la poesía de cualquier época es el amor y
hacía referencia a un libro del Nobel mexicano, Octavio Paz –del cual, no está
demás recordar, este año se celebra su centenario.
Hahn –en su columna–
se refiere al libro Piedra de Sol, que
trata este asunto del amor de manera alentadora y extensa, a través de 584
versos. Menciono lo anterior, pues en la obra y pensamiento de Octavio Paz, el
amor es abordado o, más bien, experimenta un aquí y un ahora que son
efímeros, aunque sobrevive en la inmortalidad que le proporciona el tiempo
circular. Esto es una afirmación y una realidad alejada con la que hemos crecido,
porque nos han enseñado que el tiempo es lineal, cronológico; en cambio, para
los aztecas, a quien alude el título del poema del vate mexicano, la idea del
tiempo era totalmente opuesta, pues ellos crían que era circular. Vale decir,
no hay Génesis ni Apocalipsis, dado que el tiempo vuelve al principio, como en
un círculo, y sigue dando vueltas.
En otro de sus
libros, El arco y la lira, plantea
que el amor, la religión y la poesía tienen algo en común: la nostalgia de un
estado anterior del cual fuimos separados. La experiencia amorosa da la
posibilidad de regresar a ese origen y de vislumbrar la indisoluble unidad de
los contrarios, dice el Paz ensayista.
Se preguntarán por
qué aludo a Octavio Paz, en una suerte de introducción a la presentación del
primer libro de Paz Crovetto... nuestra Paz. La respuesta es simple: porque la
primera vez que leí sus poemas, hace algunos años atrás, me recordaron
muchísimo al trabajo del Paz mexicano, guardando las proporciones, por cierto.
En el prólogo de Poemas Errantes, hay una referencia que
no es gratuita, precisamente a Octavio Paz, cuando una vez le preguntaron lo
que para él significaba la poesía. Y contestó: “La poesía es conocimiento,
salvación, poder y abandono. Operación capaz de cambiar al mundo, la actividad
poética es revolucionaria por naturaleza; ejercicio espiritual, es un método de
liberación interior”.
Desde mi humilde
opinión y como majadero lector de estas 40 composiciones cuidadosamente trabajados
por la autora, creo que cada obra reúne ciertas características y condiciones
que la posicionan en un escenario favorable para la poesía chilena. Cada verso que
conforma este libro de poemas abraza indirectamente los factores que enumeraba Octavio
Paz para considerar a la poesía como tal. El conocimiento, la salvación, el poder,
el abandono, los actos revolucionarios, los ejercicios espirituales y la
liberación interior, son para él algunos de los elementos trascendentales para
configurar la estructura poética. Porque más allá de los elementos literarios,
la poesía de Paz Crovetto, contiene una liberación diáfana, sincera y muy rica,
en cuanto a exposición de temas que la preocupan y la mueven a escribir estas
40 obras de arte.
El amor se configura
como el denominador común de los poemas. Aunque me refiero a ese amor nostálgico
y profundo que obliga a replantearnos y a mirarnos en lo más profundo de
nosotros. En las diferentes composiciones existe una gama de colores de frustración,
desilusión, odio, cariño, amistad y, por cierto, amor. Desde ese punto de
vista, trabajar el amor parece una temática popular para los poetas de todos
los tiempos, tal como lo mencionaba en el inicio de este texto, cuando aludía a
la columna del profesor Hahn, porque quien diga que no tiene amor en su vida,
entonces no ha entendido nada sobre la magnitud transversal del concepto. Y
cuando digo amor, no me refiero exclusivamente al amor afectivo de pareja,
tanto hetero como homosexual ni tampoco al sexo sin amor, que sin duda puede
existir. Hablo del amor en toda su dimensión, tal como el amor de familia, de
amigos… amor por lo que se hace… amor al odio (permítanme ese oxímoron) hablamos, en definitiva, del amor en cada una
de sus expresiones.
Entonces pareciera que
Poemas Errantes es un proyecto
ambicioso sobre el cual elaboré una –también– ambiciosa teoría, cual es, que la
autora, Paz Crovetto, intenta advertirnos el sufrimiento que experimenta todo
un pueblo, a modo general. ¿Por qué ningún texto tiene título y Paz –nuestra
Paz– prefiere titularlos con números romanos? Acá mi teoría: creo que estos 40
poemas retratan los mismos problemas que sufre Paz, que sufro yo, que sufren
ustedes que están en esta sala, que sufren los lectores y que sufre, por
cierto, el mundo entero. El libro pareciera esconder 40 poemas anónimos, aunque
en el fondo, la autora nos intenta transmitir este sufrimiento al que nos
exponemos diariamente.
Dice, Paz Crovetto,
en el poema 50, uno de mis favoritos del libro: “No me mires que me pierdo
entre tus ojos,/ no me hables que me hundo en tu boca;/ en éxtasis, me hundo./
Me hipnotizan tus manos como mapa,/ tantas líneas, tantas vivencias,/ todo eso
de ti me gusta./ Un nada que se hace
un todo/ en tu mirada profunda,/ en
tus ojos que me vuelven ciega/ de tanto mirarte,/ en tu boca que amanece/ en mi
pensar,/ en mi existir,/ en mí”.
En el poema 71, que
es una décima, Crovetto maneja una musicalidad complementada con este manejo
del amor, mientras que en el 46, la autora se enfrenta a esta ideología
insinuando la utopía del amor: “Mi sangre lleva escrita tu nombre/ y tu vida
corrompe mis venas./ Eres mi eutanasia turbulenta,/ que no me mata lento,/ sino
len-tí-si-mo,/ que hace que mi pesar sea eterno”. Hay una exquisita y muy bien
lograda voz nostálgica que envuelve a la mayoría de los poemas, aunque particularmente
puede degustarse en plenitud en el 42: “Por las costas de tu cuerpo/ recorreré
tus últimos rincones./ Por ti me haré marinera de tus aguas,/ seré tu alma y tu
cuerpo en demasía,/ Seré tuya, sólo tuya./ Seré tus huellas, tu todo,/ me perderé
en tu pasión fúnebre./ Caminaremos por la arena,/ nos haremos uno con el mar,/
seremos olas en un océano turbulento./ Recorreré tus rincones, tus sabores./ A
ti querré en éxtasis ilógico,/ en carne y placer,/ me fundiré con tu cuerpo/ y
nos bañaremos en las aguas del deleite/ hasta compenetrarnos/ en la más alta
inmensidad de la vida,/ y morir como un solo cuerpo”.
A
Paz Crovetto la conozco hace varios años. Nuestra amistad es sincera y sana. Sé
que no cualquiera entra a su círculo de intimidad , así que aprovecho de
agradecértelo públicamente por permitírmelo. Como nos une esta amistad, sé que
ella –por lo general– se está riendo, dado que su personalidad, si me lo
permiten, es la de una mujer muy dicharachera. Este dato de su vida privada lo
menciono sólo con el afán de contextualizar y destacar esta contraposición que
logra en su libro, imprimiendo tonos de nostalgia y tristeza con muchísima
verosimilitud, en cada poema que lo requería.
Las imágenes, las
estructuras y la composición de los versos, se unen como una potente fuerza
para articular Poemas Errantes. Y bueno, se nota que cada uno estuvo
meticulosamente trabajado, como ya dije… así es ella, estructurada y meticulosa.
Se nota que hay amor por lo que viene escribiendo desde hace varios años.
Hay un poema que
quisiera destacar que es el 40, que es una suerte de declaración de principios
de la cual, me siento plenamente identificado e interpretado. “Quizás mi oficio
a muchos atormente,/ quizás mi vida recurra a él./ Un oficio,/ una vida que
plasmo en papel./ Así lo diría mi sabio utópico:/ `compañeros poetas, uníos`./
Podrán ser superfluas palabras,/ efímeras, /así es mi arte,/ es mío y único,/
es vida y cambio./ Tal vez no llegue a ti,/ quizás me mires con cierto rencor,/
pero es mi opción de ser./ Una rosa que no es bella,/ es decir que mi poesía no
es utópica,/ ni siquiera un ápice de ella./ Es catarsis colectiva, que purifica
y se purifica, que inmiscuye vidas ajenas./ Mi pequeña utopía como la suelo
dominar/ Podrá esto no ser ni un poema ni un manifiesto,/ pero manifiesto en este
poema/ lo que la poesía me manifiesta./ Quizás no soy corriente,/ no soy común/
ni poetisa emigrada de lo invisible/ ni escritora de lo individual./ Algo soy:
el atril que afirma la obra,/ esa soy,/ soy poeta”.
Entonces,
compañera poeta, colega y amiga, bienvenida al circuito de quienes luchamos a
través de la palabra. Bienvenida amiga querida. Cuenta con este colega escritor
para que sigamos rompiendo paradigmas y soñando un mundo mejor a través de la
poesía y, por cierto, a través de la literatura.
Muchas
gracias y un gran aplauso para esta talentosísima poeta chilena.
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