Los manifiestos cartoneros: una hipótesis sobre el
efecto heterotópico que atraviesa su discurso[1]
Pensaba en los misterios de la letra escrita, en
esas hebras negras que se enlazan y desenlazan sobre anchas hojas afiligranadas
de balanzas, enlazando y desenlazando compromisos, juramentos, alianzas,
testimonios, declaraciones, apellidos, títulos, fechas, tierras, árboles y
piedras; maraña de hilos, sacada del tintero, en que se enredaban las piernas
del hombre, vedándole caminos desestimados por la Ley; cordón al cuello, que
apretaba su sordina al percibir el sonido temible de las palabras en libertad.
(…) Atado por ella, el hombre de carne se hacía hombre de papel. Era el
amanecer.
Alejo Carpentier, en
Viaje a la Semilla
Soy profesora. Y es desde
este lugar donde hablo hoy, aquí, en este encuentro que no es de profesores o
para profesores. Bueno, creo que he elegido ser profesora, no necesariamente
motivada en la búsqueda de una verdad o del ejercicio de una vocación, sino más
bien por negación: para no ser electricista o mecánica. Nacida en los últimos
años de la dictadura militar en Brasil, como hija de obreros, soy heredera de
una enseñanza tecnicista a la que está destinada, aún hoy, la prole del
proletariado. Así, veía en la industria mi paradero natural. Por una de estas
ironías históricas, acabé en un curso que nos habilitaba a impartir clases
hasta el cuarto año de la primaria, y, luego, en la carrera de Letras.
Voy a desarrollar un poco
sobre mis intereses académicos, para enmarcar el lugar desde el cual establezco
mi reflexión sobre el discurso cartonero[2]. La
verdad es que los temas que me interesaron desde siempre fueron temas
relacionados con el poder de encorsetamiento de la letra escrita (como aparecía
en el epígrafe del comienzo de este texto). Lo que pasa es que vengo de una
tradición oral: fui la primera de mi generación, entre los primos, a entrar en
una carrera universitaria. Pero siempre me pareció que la palabra escrita podría
tener algo de prisión[3]. Por
ello, ya en el Magisterio estudié el “fracaso escolar”: me interesaban los
alumnos que no se alfabetizaban aunque estuvieran muchos años en la escuela.
Luego, en la carrera de Letras, me interesé por los modos a través de los
cuales la propuesta de Emilia Ferreiro[4] se
presentaba como la “solución” hegemónica en mi país para los alumnos que no se
alfabetizaban. Como notaba en aquel entonces, la escritura primeramente desempoderaba a los alumnos al
nombrarlos (y, consecuentemente, inventarlos) como fracasados. Y después
desempoderaba a los propios profesores, ya que una teoría (la de Emilia
Ferreiro) aparecía como el único modo de sacar a los alumnos de esta situación,
menospreciando así el saber y la práctica del profesor: teníamos entonces un
doble encorsetamiento.
Sin embargo, en 2010 conocí
a las editoriales cartoneras. En una revista de mi país. Al principio me
parecieron trabajos que en mucho rescataba el pensamiento de Freinet (2006), un
pedagogo francés anarquista de la primera mitad del siglo XX que militó por una
educación libertaria, una educación que debería darse por el trabajo. Mi
pedagogo preferido. Y de hecho él trabajaba con la confección de libros y
periódicos en el aula de clase. Me parecía que este tipo de escritura (la escritura
cartonera) buscaba justamente burlarse de la escritura como encorsetamiento; buscaba
resistir, pero a través del trabajo y no a través de la negación. Buscaba resistir a partir de una materia prima sacada de la
basura, de lo que normalmente no tiene valor. Buscaba empoderar.
Para conocer mejor a las
cartoneras, fui a hojear los manifiestos resultantes del primer congreso
cartonero, realizado en la Universidad de Wisconsin, en Estados Unidos de
América en octubre de 2009. Su modo de versar y su versatilidad me llamó mucho
la atención: aparte de la mezcla entre libros y verduras en Eloísa Cartonera,
existían cartoneras involucradas en proyectos de alfabetización tanto en Perú
como en Estados Unidos, existían cartoneras en cárceles chilenas y bolivianas,
existían cartoneras en portuñol en Asunción, existía una cartonera en mi Brasil
con el nombre de Dulcinea, el amor inalcanzable, a lo mejor inexistente, del
Don Quijote español: un mundo de publicaciones y propuestas hilvanadas por una
tapa de cartón. Bueno, fue suficiente, me enamoré.
Así, teniendo en cuenta el contexto que les traje ahora y el análisis del
corpus que nos toca, nos hicimos la siguiente pregunta:
¿Cómo
un discurso no hegemónico se constituye en el discurso político/literario de
los manifiestos cartonero?
Nuestra hipótesis es que
exista algo más que la tapa de cartón hilvanando a la producción cartonera: un
efecto de heterotopía anudaría estas distintas manifestaciones. Según Foucault
(1984), una heterotopía es un pensamiento en desacuerdo con el pensamiento
dominante, como si fuera una utopía, pero una utopía que ya tiene un espacio en
la actualidad[5].
Sí, es esto lo que
proponemos a partir de nuestro análisis: existe un efecto heterotópico que hilvana
el discurso cartonero. A este modo de organización llamaremos body heterotópico, en oposición al
encorsetamiento al que nos referíamos con el epígrafe de Carpentier. Esta
organización se produce justamente en la performance de la palabra poética entendida
como una ética y no solamente una estética. Y aquí elegimos el significante body intentando justamente explotar la
multiplicidad de las posibilidades semánticas por él ofrecidas. Body es una palabra de origen inglesa
para denominar “cuerpo” y habita el universo prosaico femenino brasileño para
dar nombre a una ropa que se pega justamente sobre el cuerpo, funcionando como
si fuera una segunda piel, delineando y explicitando, así, los propios límites
corporales. Creemos en la potencia expresiva de este significante para nuestra
hipótesis se ubique justamente en este hibridismo entre la lengua extranjera y
la lengua materna, en este espacio fronterizo y también de posible
indiferenciación entre el cuerpo y lo que lo reviste, ofreciéndole cierto molde,
además de ser una prenda pinchada del interior de un mundo de mujeres[6].
Conviene también subrayar que esta palabra (la palabra “body”) aparece en
oposición a la palabra corset, una
palabra francesa que en la lengua española dio origen al verbo “encorsetar”, un
gesto que de acuerdo con el diccionario de la RAE significa “poner corsé”, un
gesto que metafóricamente trae como consecuencia la pérdida del movimiento, de
la maleabilidad. La palabra body aparece, entonces, en oposición al
encorsetamiento en contra del cual nos habíamos colocado desde el comienzo de
este texto.
Se hace interesante que
notemos que, si de un lado, este body
heterotópico permite cierto
anudamiento del corpus que nos toca en este análisis, por otro, este
dispositivo trabaja justamente aflojando, ablandando, soltando la relación (que
se establece por el universo lingüístico) con un universo lógicamente
estabilizado, como veremos en la secuencia. Partiendo de esta hipótesis, tres
costuras (¿o
serían más bien descosturas?) nos permiten reconstituir este efecto heterotópico
en el discurso cartonero:
-
El
análisis de nuestro corpus nos permitió identificar una gran resistencia,
cuando no indiferencia a los discursos lógicamente estabilizados (PÊCHEUX,
2008, p. 32). Por veces, llegan a sugerir, incluso, que estos espacios estables
serían impuestos del exterior, como coerciones, en contra lo que nos dice el
propio Pêcheux (p. 33), “los seres particulares tenemos una enorme necesidad de
homogeneidad lógica”. Desde nuestro análisis, este posicionamiento negaría el encajonamiento
y la parálisis de las ideas partir de las promesas que se hacen vía escritura,
negando el estado de cosas existente, como tenemos en esta declaración, en el
manifiesto de Eloísa Cartonera (BILBIJA & CARBAJAL, 2009, p. 59):
Vamos a
construir una casa y a hacer una huerta orgánica, y en el futuro una escuela
agraria y todo lo que se nos ocurra...
De acuerdo con este primer fragmento, el manifiesto de
Eloísa Cartonera no se compromete con una propuesta cerrada de acción en el
futuro, estableciendo así un compromiso con el propio deseo que todavía ha de
aparecer, con la potencialidad.
Ya el dato de Sarita
Cartonera (BILBIJA & CARBAJAL, 2009, p.67), que tenemos en la secuencia, el
colectivo se rehúsa a aceptar las adjetivaciones que le otorgan los otros sobre
su propia constitución identitaria, deseando así el camino libre para que sigan
por la ruta que quieran, siempre y cuando estén lejos de dogmatismos.
que los otros, los que saben más, se dediquen a vernos
los defectos, a descubrirnos los errores, a cazar fantasmas en sus propias
cabezas. No somos todo lo que nos dicen que somos, no les creamos.
-
Paralelamente
a la negación de lo lógicamente estabilizado, existe en el discurso cartonero la
proposición de una performance poética en su práxis. Así como colocado por
Agamben en “Idea de la Prosa” (1999), pensamos que la poesía no atinge un
momento de unificación como ampliamente difundido. Lo que ocurre es todo lo
contrario: la poesía se concreta a partir de la aceptación del todo, pero este
todo poético ofrece realce de cada
elemento del todo, aceptando en su interior el desencuentro entre ritmo y
sintaxis, entre forma y contenido. A partir del desencuentro poético primordial
diseñado por Agamben, lo que mantendría la cohesión del poema sería la
posibilidad de enjambement, la
posibilidad, la voluntad, el movimiento de seguir trabajando y de pasar para el
verso siguiente. Es interesante que notemos que, de acuerdo con este filósofo,
este gesto de pasar a la línea siguiente, la versura del hacer poético, este
mecanismo de hacer versos a partir de un posicionamiento versátil, se relaciona con el gesto también arcaico que
hace el arado en la tierra, al pasar a la columna de siembra que se encuentra al lado. La aceptación de
esta definición de poesía que la trata como la posibilidad de seguir
escribiendo pese a todos los desencuentros se hace presente, por ejemplo, en el
manifiesto de Sarita Cartonera (BILBIJA
& CARBAJAL, 2009, p. 71):
No creemos en
dogmatismos. Eso nos permite cambiar de rumbo cuando nos da la gana y sin culpa
(…) Así como Vallejo y Huidobro que pedían, en caso de discrepancia con la
actitud de sus revistas, la más absoluta hostilidad, creemos también en la
renovación constante y que dure lo que deba de durar, sin atenuantes (…) Nada de lo que me digan me va a alejar de la calle, sé
encontrar la esperanza en las calles, entre los borrachos y las putas (…) No,
yo camino a pie, yo veo todo lo grandioso y lo terrible en cada uno de
nosotros, yo bendigo a la mierda, beso al asesino, oigo al obsceno, duermo
entre latas y basura pero conservo en mi corazón algo innombrado y no lo voy a
nombrar; éste es mi motor, mi fuerza, mi fe más allá de mi propia fe.
-
Como
una tercer costura del efecto heterotópico que atraviesa el discurso cartonero,
tenemos el rescate de religiosidad que pasa tanto por la relación con el hacer poético como con el
trabajo manual: ambas actitudes serían sagradas porque permiten tanto la
constitución-transformación subjetiva como la transformación de la propia sociedad,
actividades vistas como las de un demiurgo. El propio Javier Barilaro – uno de
los idealizadores de Eloísa Cartonera – también afirma que percibe la sociedad
como hecha de arcilla, siendo que la función del artista sería embellecerla[7].
Por ello, en muchos momentos la definición del hacer cartonero, vislumbramos un
acercamiento al campo semántico de la festividad religiosa, de la re-creación
del mundo.
Mircea Eliade (1992[1957]),
un estudioso de la historia de las religiones, nos explica que “la festividad religiosa
no es la ‘conmemoración’ de un acontecimiento mítico (y, por tanto, religioso),
sino su reactualización”. Por lo tanto, todo ocurre como si este acontecimiento
mítico estuviera volviendo a ocurrir. Así, nuestra apuesta sería que el hacer
cartonero – como todas las fiestas religiosas – implica una reactualización del
acontecimiento mítico de creación del mundo, como aparece en el manifiesto de
Eloísa Cartonera (BILBIJA & CARBAJAL, 2009, p. 58): “¡Cartón es vida y
vuelven todos en el cartón!”. Así, la renovación constante sería posible a
partir del eterno retorno del cartón. Como vemos, esta tarea en el discurso
cartonero aparece no solamente como un mito moderno de construcción de una
realidad otra, sino también como un retorno cíclico y arcaico de la naturaleza
fluida a partir de un trabajo en el cual “se plasma un festejo del cambio, un réquiem
a lo estático y la exaltación de la fluidez universal. La fiesta perpetua que
sucede cada vez que una semilla germina o cuando la mujer está encinta. Somos
nómadas psíquicos con los pies en la tierra y la mente en universos muy muy muy
lejanos”, como aparece en el manifiesto de Yerba Mala (BILBIJA & CARBAJA,
2009, p.130).
Otro dato que, nos parece,
nos permitiría decir que existe una filiación a un discurso religioso sería el
propio nombre de muchas cartoneras, que se refieren a algún tipo de
religiosidad: Yerba Mala Cartonera, Mandrágora Cartonera, Sarita Cartonera,
Animita Cartonera, Maria Papelão, Nuestra Señora Cartonera, Santa Muerte
Cartonera, etc.
En nuestra interpretación,
discursivamente en el hacer cartonero se diseña una fiesta religiosa que a partir de la escrita y
de la confección libresca permitiría la reinvención del mundo. O de otros
mundos. En este sentido, el trabajo de
escritura que aquí se define es un trabajo a favor de la vida en movimiento, oponiéndose al parálisis plasmado
en nuestro epígrafe que definía la letra escrita como “hebras negras” que
funcionaban como “cordón al cuello”. El discurso cartonero, al bañar a nuestro
epígrafe con otros colores y sentidos, defiende que es justamente por hacer del
hombre de carne un hombre de papel que la escritura, a través del reciclaje,
puede salvarlo de la muerte. Incluso nos dice el manifiesto de Yerba Mala
Cartonera: “En Yerba Mala nadie cree en la muerte”.
Si por un lado, la letra
escrita le veda al hombre los caminos
desestimados por la Ley, por otro lado, el discurso cartonero performáticamente
defiende que solamente con ella, por ella es posible construir otra Ley, otro
hombre, otro mundo. Por lo tanto, seguimos rumbo al término de nuestra
intervención retomando a nuestro propio epígrafe, pero ya totalmente resignificado
por el modo de coser cartonero: “Atado por ella [por la letra escrita], el hombre de carne se hacía
hombre de papel. Era el amanecer.”
Palabras de Flavia Krauss en la Mesa Redonda de inauguración del II Encuentro de #Editorialescartoneras
Referencias
Bibliográficas
AGAMBEN, G. Ideia
de Prosa. Lisboa, Edições Cotovia, 1999 (1985).
BILBIJA & CARBAJAL. Akademia Cartonera. Un
ABC de las editoriales cartoneras en América Latina. Madison,
EUA: Parallel Press: University of Wisconsin-Madison Libraries, 2009.
CARPENTIER, A. Viaje a la semilla. IN: Guerra del
tiempo y otros relatos. Ciudad de México, Editorial Lectorum, 2001.
CERTEAU, M. A Invenção do Cotidiano: Artes de
Fazer. Petrópolis, Editora Vozes, 2012 (1990).
ELIADE, M. O
sagrado e o profano. SP, Martins Fontes, 1992 (1957).
FOUCAULT, M. De los
espacios otros, s/datos de publicación. Traducida
al español por Pablo Blitstein y Tadeo Lima. [Conferencia
dictada en el Cercle des études architecturals, 14 de marzo de 1967], publicada
en: Architecture, Mouvement, Continuité, n 5, 1984.
FREINET, C. La
educación por el trabajo. Ciudad de México, Fondo de Cultura Económica,
2006.
LACAN,
J. Seminário, livro 20: mais, ainda,
(1972-1973). Rio de Janeiro: Zahar, 2008 (1972-1973).
PÊCHEUX.
M. O Discurso: Estrutura ou
Acontecimento. Campinas: Pontes, 2008 (1983).
[1] Las palabras que el lector tiene delante los ojos se pensaron como
un texto hablado. Por ello, el tono de oralidad que las atraviesa.
[2] Como discurso cartonero estamos tomando los efectos de sentidos
generados por los manifiestos cartoneros compilados en “Akademia Cartonera. Un ABC de las editoriales cartoneras en América
Latina”, el resultado anticipado del congreso “Libros Cartoneros: Reciclando el
paisaje editorial en América Latina, que se llevó a cabo del 8 al 9 de
octubre de 2009 en la Universidad de Wisconsin-Madison.
[3] Nos parece que Certeau (2012, p. 206) también esté de acuerdo con la interpretación que
escribir conlleva cierto encorsetamiento, como vislumbramos en su siguiente
línea de razonamiento: “aprender a escrever define a iniciação por excelência
em uma sociedade capitalista e conquistadora. É sua prática iniciática
fundamental.” Así, de alguna manera, interpretamos que los chicos que fracasan
en la escuela de algún modo, consciente o inconsciente, con éxito o no, estén
rehusando entrar en la sociedad capitalista. Por lo tanto, no tendríamos una
cuestión de fracaso escolar, sino de resistencia.
[4] Hacemos
referencia a su libro “Psicogênese da língua escrita”, que ha logrado
convertirse en “la verdad” en mi país en términos de alfabetización. Los
profesores que en su práctica no se basasen en las fases descritas por esta
estudiosa incluso sufrían persecución ideológica por lo que en aquel entonces
llamabámos de “policía discursiva”.
[5] A
partir de una posible lectura sobre las heterotopías, el filósofo establece un
primer principio: probablemente no exista una sola cultura en el mundo que no
constituya heterotopías, es una constante de todo grupo humano. Sin embargo,
las heterotopías adquieren formas que evidentemente son muy variadas, y,
quizás, no podamos encontrar una sola forma de heterotopía que sea
absolutamente universal. No obstante este hecho, sería posible clasificarlas en
dos grandes grupos:
- en las sociedades dichas “primitivas”
existe una forma de heterotopía que Foucault nombra como “heterotopía de crisis”. O sea, existen lugares privilegiados o
prohibidos – o simplemente sagrados – reservados a los individuos que se
encuentran, con relación a la sociedad
en el interior de la cual viven, en estado de crisis, en situación de inestabilidad.
Como ejemplo de estes seres en situación de inestabilidad tendríamos a las
mujeres en el momento de la primera menstruación, que todavia hoy son apartadas
del restante de la comunidad en algunas tribus indígenas;
- sin embargo, se nota que cada vez más
las heterotopías de crisis están cediendo paso a las “heterotopías de desvío”: son heterotopías en las cuales se
encuentran los indivíduos cuyo
comportamiento presenta un desvío con relación a la media o a la norma
exigida. Como ejemplo, tendríamos tanto las clínicas psiquiátricas como también
las actuales cárceles.
[6] Resaltamos que la gran mayoría de las cartoneras no
solamente poseen nombres que nos remiten a un
universo de mujeres, sino que también habitan una posición en el
discurso que se acerca mucho a lo que el psicoanálisis va a describir como
propio del campo del femenino, como Lacan nos muestra en el Seminario 20 (2008
[1972-1973]). Pero de este
tema nos ocupamos en un artículo intitulado “Sobre o feminino nos manifestos
cartoneros e a construção de um sujeito coletivo”, publicado en la Revista
Moinhos y disponible en http://revista-moinhos.webnode.com/news/sobre-o-feminino-nos-manifestos-cartoneros-e-o-alinhavamento-de-um-sujeito-coletivo/.
Queridos amigos de Olga Cartonera:
ResponderEliminarVoy a permitirme ocupar este espacio de comentarios para felicitarlos por su nuevo aniversario. Se merecen todo lo bueno que han logrado pues, su trabajo constante y lleno de generosidad, ha permitido una difusión enorme de lo que se hace en Chile ( y el mundo) en base a este formato de edición literaria.
Un gran abrazo y que sigan cumpliendo muchos más años!!!